Semiología
Quirúrgica
Práctica II
Homeostasis
La palabra
homeostasis se define como el proceso fisiológico coordinado que mantiene la
mayoría de los estados permanentes del organismo. Estos procesos o respuestas
homeostáticas son extremadamente complejos y envuelven el cerebro, el sistema
nervioso, corazón, pulmones, riñones y bazo, los cuales trabajan de forma muy
cooperativa para mantener la constancia del cuerpo.
Esta respuesta
del organismo se produce frente a los traumas, heridas y operaciones electivas
lo que permite al cuerpo humano responder frente a las diversas situaciones de
estrés con dramática resistencia, por ejemplo: después de una herida los
mecanismos de coagulación son activados para evitar la pérdida de sangre, los
líquidos sanguíneos son desviados del compartimiento extravascular para
restaurar los volúmenes de sangre, el flujo sanguíneo es redistribuido para
asegurar la perfusión vital de los órganos y los aparatos respiratorio y renal
compensan sus funciones para mantener la neutralidad del equilibrio ácido-base
y la tonicidad del flujo sanguíneo. Se crean en general respuestas defensivas que
benefician al organismo y su recuperación.
El término homeostasis,
etimológicamente, viene de “Homeo” que significa semejante o similar; y “Stasis”
que significa posición. Se deduce que este término implica los mecanismos que
previenen o bloquean el cambio. Pero su definición va más allá, ya que los
mecanismos envueltos en el proceso distan de ser constantes o fijos, sino que
son procesos dinámicos de autorregulación que mantienen o devuelven al medio
interno la normalidad de que fue separado. Los Procesos Homeostáticos pueden
definirse como aquellas reacciones fisiológicas que tienden a restaurar el
medio interno a un estado de equilibrio o de reposo.
Factores que influyen en la homeostasis.
La homeostasis
responde a cambios efectuados en:
El medio interno: el metabolismo produce múltiples
sustancias, algunas de ellas de desecho que deben ser eliminadas. Para realizar
esta función los organismos poseen sistemas de excreción. Por ejemplo en el ser
humano el sistema urinario.
El medio
externo: La
homeostasis proporciona a los seres vivos la independencia de su entorno
mediante la captura y conservación de la energía procedente del exterior. La interacción
con el exterior se realiza por sistemas que captan los estímulos externos como
pueden ser los órganos de los sentidos en los animales superiores o sistemas
para captar sustancias o nutrientes necesarios para el metabolismo como puede
ser el aparato respiratorio o digestivo. En la homeostasis intervienen todos
los sistemas y aparatos del organismo desde el sistema nervioso, sistema
endocrino, aparato digestivo, aparato respiratorio, aparato cardiovascular,
hasta el aparato reproductor.
Tipos de sistemas homeostáticos de control.
Sistemas de retroalimentación: Para que estos mecanismos biológicos de control homeostático puedan lograr su propósito, se necesita un sistema que determine en qué momento se inicia la perturbación homeostática y cuándo dicha alteración ha sido controlada. Esto es lo que conocemos como retroalimentación.
Los mecanismos
de retroalimentación en el cuerpo poseen diversas funciones vitales, tales
como: 1) el control nervioso, hormonal y enzimático; 2) actuar, en ocasiones,
directamente sobre el mecanismo estimulante central y 3) trabajar con muchos
componentes en una cadena ampliamente eslabonada.
Existen dos tipos de retroalimentación, uno
negativo y otro positivo.
Retroalimentación Negativa: representa el medio más
importante de regulación utilizado por el cuerpo (de los sistemas de control)
para mantener la homeostasia, En un
sistema de retroalimentación negativa, la respuesta es negativa con relación al
estímulo inicial. Su función es cambiar el medio ambiente celular hacia una
condición opuesta (negativa) que es producida por el estrés. Consecuentemente,
el fin definitivo de este sistema es restaurar la variable regulada hacia lo
normal después de su desplazamiento inicial, de manera que se restablezca la
homeostasia. Este mecanismo se activa cuando algún factor/variable alcanza
concentraciones excesivas o demasiado bajas. Se dice que es negativo porque la
respuesta del sistema de control es negativa (opuesta) al estímulo, se
"contraequilibra" o "niega" el cambio o estímulo inicial.
Retroalimentación
Positiva: es aquella evidente cuando una perturbación inicial en un sistema
desencadena una serie de eventos que aumentan aún más el trastorno
homeostático. Bajo estas condiciones la "salida" (o estímulo inicial)
intensifica la "entrada" (o el resultado). Consecuentemente, se crea
inestabilidad y, muchas veces, la muerte. Además, pueden manifestarse círculos
viciosos, es decir se repite el ciclo nuevamente una y otra vez hasta la muerte.
En un escenario de no mucha gravedad esta inestabilidad solo puede ser
controlada mediante los mecanismos/sistemas de control homeostático de
retroalimentación negativa del cuerpo, lo cual previene o pone un alto a dicho
círculo vicioso.
La Convalecencia
La palabra convalecencia proviene en su etimología del vocablo latino “convalescere”, cuyo significado es recuperar
fuerzas. Se utiliza en Medicina para designar el período temporal que sobreviene en un paciente que ha sufrido una enfermedad
viral o bacteriana, un accidente traumático, una cirugía, una intoxicación, una quemadura, etcétera,
que se considera curado; durante el cual se recupera, y sus órganos y funciones van adoptando su correcto estado.
El período de la convalecencia termina con la recuperación total de la
salud de la persona. Si durante el período de convalecencia se produce un rebrote de la
enfermedad, o efectos colaterales (por ejemplo, una infección intrahospitalaria, contraída en el lugar donde se estaba
produciendo su recuperación) ya no es convalecencia pues el individuo vuelve a
estar enfermo, y será de nuevo convalecencia cuando se certifique su nueva curación.
El tiempo que dura la convalecencia es variable, dependiendo de la enfermedad contraída y de la respuesta del organismo
del propio paciente, que puede contar con mayor o menor poder de recuperación,
dependiendo de la edad, de las defensas orgánicas y de su estado general. Por
ejemplo la convalecencia de una gripe puede tardar entre una semana y quince
días si se trata de personas ancianas o inmunodeprimidas, hasta que el paciente
recupere sus fuerzas y pueda realizar una vida normal.
Etapas de la
convalecencia.
Son cuatro las etapas de la convalecencia las cuales nos ayudan a
percibir a simple vista el estado del paciente rápidamente.
1. Fase de la lesión aguda: Clínicamente
el paciente tiende a presentar pulso rápido (frecuentemente acompañado de un
aumento del gasto cardiaco), se siente enfermo o incapaz, muchas veces desea
dormir excesivamente, si tiene dolor requiere medicación, no desea que lo
moleste nadie, suele evitar las luces intensas y, cuando encuentra una posición
cómoda, desea persistir en ella inmóvil y sin que lo molesten.
En la cirugía limpia y electiva de la práctica civil, la intervención quirúrgica inicia la lesión. Si la técnica quirúrgica es meticulosa y eficaz la primera fase de la lesión se reduce al mínimo. Después de operaciones del tipo de colectomia, neumectomia, pancreatectomia o amputación mayor, esta primera fase de la lesión dura de dos a cinco días.
2. Fase de crisis: Probablemente esta sea la más espectacular de las fases dinámicas de la convalecencia después de producirse una lesión. Se caracteriza por recuperación del peristaltismo, expulsión de gases, aparición de apetito y deseo inmenso de apetito, diuresis, recuperación del interés por lo que rodea al paciente y deseo de ver visitantes, leer y volver a la vida.
Como todos los aspectos de la convalecencia, este acontecimiento clínico tiene varias causas y diversos efectos. La disminución del pulso, levantarse, sentarse y moverse el enfermo en la cama y un aumento de interés por lo que le rodea y por el alimento también dependen de la disminución del dolor de la incisión, lo cual ocurre aproximadamente del tercero al quinto día. El restablecimiento final de los volúmenes de líquido corporal hasta cifras normales, terminando la secreción de aldosterona, y la aparición de una diuresis libre resultan características. El aspecto clínico es inconfundible, con manifiesta memoria.
3. Fase Anabólica: La fase de lesión aguda ha permitido reunir la mayor parte de los datos metabólicos y endocrinos; la fase de anabólica positiva es la más importante en términos de rehabilitación social, psicológica, sexual y económica. Por este motivo en la literatura esta es la única fase considerada (convalecencia) y las dos fases precedentes solo constituyen fenómenos previos.
La fase anabólica de la convalecencia se caracteriza por aumento de fuerza, apetito, ingreso de alimento, absorción normal y aparición de un balance nitrogenado positivo prolongado que se conserva hasta que se han recuperado las pérdidas iniciales de nitrógeno.
La proporción calorías-nitrógeno de ingreso necesario en la fase anabólica de la convalecencia es de aproximadamente 150 calorías por gramo de nitrógeno.
4. Fase de aumento de grasa: Durante la etapa de recuperación del metabolismo nitrogenado hasta un balance nulo (indicando que la masa muscular se ha restablecido y que la retención nitrogenada se ha disminuido hasta el mínimo necesario para sustituir las perdidas por desgaste) el paciente sigue ganando peso y con un balance calórico positivo si no trabaja demasiado ahora gana exclusivamente grasa.
Si por cualquier motivo el paciente pasa a la fase de ganancia de grasa, pero no hace el ejercicio adecuado, puedo ganar demasiado peso o incluso volverse obeso por esta ganancia tardía de grasa después de un traumatismo.
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